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"Un
día el director de un periódico donde yo trabajaba
me metió algunos billetes en el bolsillo y me mandó
a París. Mis artículos de entonces, como los
que más tarde escribí desde otras capitales,
tenían la pretensión de estudiar experimentalmente
el carácter nacional; pero el único sujeto de
experimentación que había en ellos era yo mismo.
Yo estoy en mis colecciones de crónicas extranjeras
como una rana que estuviese en un frasco de alcohol. El lector
puede verme girar los ojos y estirar y encoger las patas a
cada momento. Lo que parecen críticas o comentarios
no son más que reacciones contra el ambiente extraño
y hostil (...) Y si lo que quería mi director era observar
el efecto directo de la civilización europea sobre
un español de nuestros días, ahí tiene
el resultado: una serie constante de movimientos absurdos
y de actitudes grotescas.
[J. Camba · Mi nombre
de charca... · de La rana viajera - 1921]
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